El sector Agricultura, que incluye las emisiones de GEI asociadas a las actividades agropecuarias, representó un 7 % del balance de GEI en 2020. En el mismo año, sus emisiones alcanzaron las 11.238 kt CO2 eq, disminuyendo en un 6,4 % desde 1990 y en un 3,6 % desde 2018. La tendencia a la disminución se debe principalmente a la reducción de la población animal respecto de 1990, en las categorías Otros bovinos (-34%, que incluye ganado bovino de carne, vaquillas y terneros) y ovino (-51%). En general, la reducción de la masa bovina a nivel nacional, en especial de animales destinados a la producción de carne, está asociada a la baja rentabilidad del rubro, en comparación a otras alternativas pecuarias y agrícolas, y la oferta de carne bovina importada desde distintos países (Rojas, 2019; Ortega et al., 2020)(Figura 20).
Esta categoría incluye las emisiones de CH4 como producto secundario de la fermentación entérica.
En 2020, las emisiones de GEI de esta categoría contabilizaron 4.426 kt CO2 eq, disminuyendo en un 26 % desde 1990 y en un 7 % desde 2018, debido principalmente a una baja de la población de ganado vacuno y ovinos, que representan el 87 % y 7 % de emisiones de esta categoría para 2020, respectivamente. Estas reducciones dicen relación con las disminuciones de la rentabilidad de los negocios de producción nacional, debido a la importación de este tipo de producto (ODEPA, 2013; Rojas, 2019; Ortega et al., 2020), y por una reducción del precio de venta de lana ovina en los mercados internacionales[1].
Esta categoría incluye emisiones directas e indirectas de N2O generadas desde la superficie de los suelos producto de procesos microbianos asociados a la aplicación de nitrógeno en forma de fertilizantes sintético y orgánico; orina y de estiércol depositado por animales en pastoreo; residuos de cultivos; mineralización/inmovilización de nitrógeno vinculada a la ganancia/pérdida de materia orgánica del suelo resultante del cambio del uso de la tierra o de la gestión de suelos minerales; y el drenaje/gestión de suelos orgánicos (Histosoles).
En 2020, las emisiones de GEI de esta categoría contabilizaron 4.475 kt CO2 eq, disminuyendo en un 0,5 % desde 1990 y en un 3 % desde 2018. El principal causante de la tendencia y las variaciones interanuales es la disminución en Orina y estiércol depositado en pastizales, prados y praderas asociado a la reducción de la masa ganadera en el país, aunque la disminución ha sido compensada por el aumento en las emisiones provenientes del componente Fertilizantes inorgánicos.
Dentro de la categoría, las Emisiones directas de N2O de suelos agrícolas representan un 82 % de las emisiones mientras que Emisiones indirectas de N2O de suelos agrícolas representan el 18 % restante.
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